MIS TEXTOS SON PARA TI

domingo, 22 de mayo de 2011

EL MUNDO ESTA CAMBIANDO


Bajo un monte lleno de miedo y ambiciones siempre debe haber ese "algo" que no muere. Si, al mirar la vida, la vemos con optimismo veremos que en ella hay tantos amores. El mundo esta cambiando y cambiará más, el cielo se esta nublando hasta ponerse a llorar. Y la lluvia caerá, luego vendrá el sereno. Y la lluvia caerá, luego vendrá el sereno. Cuántas veces nos han dicho riendo, tristemente, que las espeanzas jóvenes son sueños. Muchos de luchar están cansados y no creen más en nada de lo bueno de este mundo. El mundo está cambiando y cambiará más, el cielo se está nublando hasta ponerse a llorar. Y la lluvia caerá, luego vendrá el sereno. Y la lluvia caerá, luego vendrá el sereno.

el mundo esta cambiando los iracundos




Bajo un monte lleno de miedo y ambiciones
siempre debe haber ese "algo" que no muere.
Si, al mirar la vida, la vemos con optimismo
veremos que en ella hay tantos amores.

El mundo esta cambiando y cambiará más,
el cielo se esta nublando hasta ponerse a llorar.
Y la lluvia caerá, luego vendrá el sereno.
Y la lluvia caerá, luego vendrá el sereno.

Cuántas veces nos han dicho riendo, tristemente,
que las espeanzas jóvenes son sueños.
Muchos de luchar están cansados
y no creen más en nada de lo bueno de este mundo.

El mundo está cambiando y cambiará más,
el cielo se está nublando hasta ponerse a llorar.
Y la lluvia caerá, luego vendrá el sereno.
Y la lluvia caerá, luego vendrá el sereno.

domingo, 15 de mayo de 2011

PURPURA FRESCO

RADIOGRAFIA DE LA CODICIA



LA CODICIA, ES EL VALUARTE DEL PRESENTE EN EL MUNDO CON FINES PERSONALES NO SOCIALES, Y MUCHO MENOS PRACTICAR LA IGUALDAD

Por incoherente y absurdo que parezca, cuanto más progreso económico desarrolla una sociedad, más infelices suelen ser los seres humanos que la componen. De ahí que algunos de los países más ricos del mundo, como Suecia, Noruega, Finlandia y Estados Unidos, cuenten, paradójicamente, con las tasas de suicidio más elevadas del planeta. En el mundo, un millón de seres humanos se quitan la vida cada año. Y al menos otros 15 millones lo intentan sin conseguirlo.
Haciendo caso omiso a la incómoda verdad que se esconde detrás de estas estadísticas, la mayoría de naciones están adoptando las creencias y los valores promovidos por el estilo de vida materialista y deshumanizado imperante en la actualidad. Es la “globalización”, un proceso por el cual el sistema de libre mercado, guiado por el obsesivo e insostenible afán de crecimiento económico de las corporaciones, está dificultando a los seres humanos desarrollar el altruismo y alcanzar la plenitud.
LA SOCIEDAD DEL MALESTAR
“El crecimiento económico del sistema capitalista se sustenta gracias a la insatisfacción de la sociedad” (Clive Hamilton)
Como consecuencia de la epidemia de malestar y sinsentido que padecen muchos seres humanos, en el ámbito de la investigación universitaria ha nacido una nueva especialidad profesional: el comportamiento económico, que estudia la influencia que tiene la psicología sobre la economía y ésta sobre la actitud y la conducta de individuos y organizaciones. Entre otros expertos, destaca el economista norteamericano George F. Lowenstein, cuyo nombre aparece en algunas quinielas como candidato a recibir el Premio Nobel de Economía a lo largo de la próxima década.
En el escenario socioeconómico actual, ¿es el sistema capitalista el que nos condiciona para convertirnos en personas competitivas, ambiciosas y corruptas, o somos nosotros los que hemos creado una economía a nuestra imagen y semejanza? ¿Qué viene antes: el huevo o la gallina? De las tesis formuladas por Lowenstein se desprende que en este caso el huevo es la gallina. Es decir, que nuestra incapacidad de ser felices nos ha vuelto codiciosos, convirtiendo el mundo en un negocio en el que nadie gana y todos salimos perdiendo. Y en paralelo, el sistema monetario sobre el que se asienta nuestra existencia dificulta y obstaculiza la ética y la generosidad que anidan en lo profundo de cada corazón humano.
Pero entonces, ¿qué es la codicia? ¿De dónde nace? ¿Adónde nos conduce? Etimológicamente procede del latín cupiditas, que significa “deseo, pasión”, y es sinónimo de “ambición” o “afán excesivo”. Así, la codicia es el afán por desear más de lo que se tiene, la ambición por querer más de lo que se ha conseguido. De ahí que no importe lo que hagamos o lo que tengamos; la codicia nunca se detiene. Siempre quiere más. Es insaciable por naturaleza. Actúa como un veneno que nos corroe el corazón y nos ciega el entendimiento, llevándonos a perder de vista lo que de verdad necesitamos para construir una vida equilibrada, feliz y con sentido.




LA CORRUPCIÓN DEL ALMA
“La riqueza material es como el agua salada; cuanto más se bebe, más sed da” (Arthur Schopenhauer)
Últimamente se ha hablado mucho del presidente del Palau de la Música, Fèlix Millet, al que se le acusa de haber robado 10 millones de euros. O del multimillonario Bernard Madoff, considerado un brillante gestor de inversiones y filántropo hasta que un día confesó a sus hijos Andrew y Mark que su vida era “una gran mentira”. El imperio económico que había construido a lo largo de las últimas décadas se sustentaba en la codicia, la estafa y la corrupción.
Tras ser arrestado y procesado, Madoff fue condenado el 29 de junio de 2009 a 150 años de cárcel por ser el responsable del mayor fraude financiero de la historia, cifrado en más de 35.000 millones de euros. ¿Qué motiva a un hombre que lo tiene todo a querer más? ¿Por qué tantas personas se vuelven corruptas, mezquinas y perversas al alcanzar el poder?
Para muchos psicólogos, personas como Madoff o Millet representan la punta del iceberg de uno de los dramas contemporáneos más extendidos en la sociedad: “la corrupción del alma”. Así se denomina la conducta de las personas que se traicionan a sí mismas, a su conciencia moral, pues en última instancia todos los seres humanos sabemos cuándo estamos haciendo lo correcto y cuándo no. Y es que para cometer actos corruptos, primero tenemos que habernos corrompido por dentro. Esto implica marginar nuestros valores éticos esenciales –como la integridad, la honestidad, la generosidad y el altruismo en beneficio de nuestro propio interés.
RICOS FUERA, POBRES DENTRO
“Nada que esté fuera de ti podrá nunca proporcionarte lo que estás buscando” (Byron Katie)
Según las investigaciones científicas de Lowenstein, cuando las personas son víctimas de su codicia entran en una carrera por lograr y acumular poder, prestigio, dinero, fama y otro tipo de riquezas materiales. Quienes cruzan la línea una vez, tienden a cruzarla constantemente. Las personas codiciosas se engañan a sí mismas; siempre encuentran excusas para justificar sus decisiones y actos corruptos. El hecho de que los demás lo hagan ya es suficiente para hacerlo. Sin embargo, la sombra de su conciencia moral les persigue de por vida.
Una vez ascienden por la escalera que creen que les conducirá al éxito y, en consecuencia, a la felicidad, comienzan a ser esclavas del miedo a perderlo todo. De ahí que se vuelvan más inseguras y desconfiadas, invirtiendo tiempo y dinero en protegerse y proteger lo que poseen. Y no sólo eso. Se sabe de muchos casos en los que las personas codiciosas terminan aislándose de los demás, con lo que su grado de desconexión emocional aumenta y su nivel de egocentrismo se multiplica.
Por eso muchos intentan compensar su malestar con el placer y la satisfacción a corto plazo que proporciona la vida material. Para conseguirlo necesitan cada vez más dinero, lo que les lleva, en algunos casos, a cometer estafas en sus propias organizaciones, tal y como hicieron Madoff y Millet. Según la consultora Deloitte, “más de seis de cada 10 fraudes empresariales se cometen desde dentro”. Muchos se planean en los despachos de la cúpula directiva. Que la corrupción se haga pública, es otra historia.
En palabras de Lowenstein, “la codicia es una semilla que crece y se desarrolla en aquellas personas que padecen un profundo vacío existencial, sintiendo que sus vidas carecen de propósito y sentido”. Tenemos de todo, pero ¿nos tenemos a nosotros mismos? La codicia nace de una carencia interior no saciada y de la falsa creencia de que podremos llenar ese vacío con poder, dinero, reconocimiento y, en definitiva, con un estilo de vida materialista, basado en el consumo y el entretenimiento.




LA FILOSOFÍA DE LA ‘NO NECESIDAD’
“Lo que nos hace ricos o pobres no es nuestro dinero, sino nuestra capacidad de disfrutar” (Víctor Gay Zaragoza)
Un hombre de negocios pasaba sus vacaciones en un pueblo costero. Una mañana advirtió la presencia de un pescador que regresaba con su destartalada barca. “¿Ha tenido buena pesca?”, le preguntó. El pescador, sonriente, le mostró tres piezas: “Sí, ha sido una buena pesca”. El hombre de negocios miró al reloj: “Todavía es temprano. Supongo que volverá a salir, ¿no?”.
Extrañado, el pescador le preguntó: “¿Para qué?”. “Pues porque así tendría más pescado”, respondió el hombre de negocios. “¿Y qué haría con él? ¡No lo necesito! Con estas tres piezas tengo suficiente para alimentar a mi familia”, afirmó el pescador. “Mejor entonces, porque así usted podría revenderlo”. “¿Para qué?”, preguntó el pescador, incrédulo. “Para tener más dinero”. “¿Para qué?”. “Para cambiar su vieja barca por una nueva, mucho más grande y bonita”. “¿Para qué?”. “Para poder pescar mayor cantidad de peces”.
“¿Para qué?”. “Así podría contratar a algunos hombres”. “¿Para qué?”. “Para que pesquen por usted”. “¿Para qué?”. “Para ser rico y poderoso”. El pescador, sin dejar de sonreír, no acababa de entender la mentalidad de aquel hombre. Sin embargo, volvió a preguntarle: “¿Para qué querría yo ser rico y poderoso?”. “Esta es la mejor parte”, asintió el hombre de negocios. “Así podría pasar más tiempo con su familia y descansar cuando quisiera”. El pescador lo miró con una ancha sonrisa y le dijo: “Eso es precisamente lo que voy a hacer ahora mismo”.

LA HONESTIDAD




Este es uno de los valores que mas genera imagen, siendo por ello esgrimido como "cualidad" por aquellos que quieren ganarse el fervor de los demás. PERO LA GRAN CONTRADICCIÓN ESTRIBA en el hecho de que enarbolar este valor como una forma demagógica de atraer personas hacia, como una careta, mas DES-HONESTO SE ES.
Y por el contrario, mientras menos se persiga como máscara, como forma de presentación y se acompañe con el valor de la HUMILDAD, más HONESTIDAD puede haber.
. Por tanto es honesto quien actúa y habla de conformidad con lo que considera correcto, pero que no hace de tales actuaciones un escenario teatral para ser re-conocido por los otros. Así, reconocerá de cada uno lo que le corresponde y actuará con base en sus propios principios.Todos deseamos que quienes están cerca a nosotros, y también las personas que desempeñan cargos de representación pública, nos digan siempre la verdad. Es por ello, que
Ser honesto es ser real, acorde con la evidencia que presenta el mundo y sus diversos fenómenos y elementos; es ser genuino, auténtico, objetivo. La honestidad expresa respeto por uno mismo y por los demás, que, como nosotros, "son como son" y no existe razón alguna para esconderlo. Esta actitud siembra confianza en uno mismo y en aquellos quienes están en contacto con la persona honesta.
La honestidad no consiste sólo en franqueza (capacidad de decir la verdad) sino en asumir que la verdad es sólo una y que no depende de personas o consensos sino de lo que el mundo real nos presenta como innegable e imprescindible de reconocer. Por esto es muy difícil que siendo político se actúe con honestidad, pues los intereses políticos, de caudillos, de poder, de posicionamiento publicitario, e incluso económicos actúan como fuertes barreras. Igualmente, el simple hecho de comprometer la palabra de un líder en defensa de todos los dirigentes de una organización, se convierte en un obstáculo, pues absolutiza como irreprochable la actuación de personas que seguramente tienen defectos, errores e incluso actuaciones deshonestas.
¿Cuál seria una manera HONESTA de ejercer la política? Diciendo, tenemos estas propuestas y estas personas, haremos lo posible por sacarlas adelante, pero NO PODEMOS GARANTIZAR que no fallaremos. ¿Actuarán así?

Lo que NO es la honestidad:
- No es la simple honradez que lleva a la persona a respetar la distribución de los bienes materiales. La honradez es sólo una consecuencia particular de ser honestos y justos.
- No es el mero reconocimiento de las emociones "así me siento" o "es lo que verdaderamente siento". Ser honesto, además implica el análisis de qué tan reales (verdaderos) son nuestros sentimientos y decidirnos a ordenarlos buscando el bien de los demás y el propio.
- No es la desordenada apertura de la propia intimidad en aras de "no esconder quienes realmente somos", implicará la verdadera sinceridad, con las personas adecuadas y en los momentos correctos.
- No es la actitud cínica e impúdica por la que se habla de cualquier cosa con cualquiera… la franqueza tiene como prioridad el reconocimiento de la verdad y no el desorden 
El término "TRANSPARENCIA" con el cual se quiere señalar HONESTIDAD, limita y reduce este valor, pues la TRANSPARENCIA bàsicamente hace referencia a actual con claridad y lo que se ve NO SIEMPRE corresponde a lo que NO SE VE.
- No es simple TRANSPARENCIA, porque la actuación honesta debe incluir absolutamente todos nuestros actos, los ocultos y los que se hacen a la luz publica.
Hay que tomar la honestidad en serio, estar conscientes de cómo nos afecta cualquier falta de honestidad por pequeña que sea… Hay que reconocer que es una condición fundamental para las relaciones humanas, para la amistad y la auténtica vida comunitaria. Ser deshonesto es ser falso, injusto, impostado, ficticio, demagogo. La deshonestidad no respeta a la persona en sí misma y busca la sombra, el encubrimiento: es una disposición a vivir en la oscuridad y sobretodo defender el interés individual aun a expensas de los demás.
La honestidad, en cambio, imprime a la vida confianza, sinceridad y apertura, y expresa la disposición de vivir a la luz, la luz de la verdad. Es un Valor Universal, que puede y debe ser enarbolado por cualquier persona, creyente o no, y que indudablemente tiene en el cristianismo su principal defensor.